Soraya Rodríguez, portavoz del PSOE en el Congreso, concede hoy una entrevista en el Magazine de El Mundo en la que señala que es antimarcas por una cuestión de origen y educación: “Soy hija de obreros, mi padre siempre trabajó en la fábrica de camiones Sava y mi madre, en una carnicería.Con esto quiero decir que hemos vivido bien, pero nunca hemos comprado ropa de marca, y cuando he podido siempre me ha parecido que tenía cosas mejores en las que invertir mi dinero”. Por eso, mantiene que antes de comprar un bolso de lujo se moriría (ojo, que estas cosas se cumplen…) y presume de uno que le ha costado 25 euros y que le parece precioso (¿lo habrá adquirido en los chinos? Por Dios, quiero documentos gráficos de tan extraordinario modelo). Asegura además que no sabe que son unos manolos (es decir, que jamás ha oído hablar de Sex an the City lo que confirma que esta mujer es una extraterrestre y, aún más grave, que desconoce a los pocos diseñadores de moda españoles -cultura- que hay en la actualidad). «Yo no pago la marca»(monina, hasta las bragas del mercadillo llevan firma), creo que una puede ir normal con cosas estupendas mucho más baratas (of course, tenemos Zara pero si no te cortas el pelo para evitar comerte el flequillo en cada parlamento y te llega el buen gusto por vía divina no vamos a conseguir nada contigo). «Las políticas no somos modelos ni actrices de cine” (otra vez tienes razón pero se os suele olvidar que representáis a España. Y, por supuesto, comprar barato aleja las posibilidades de apoyar al medio ambiente y el trabajo ético (dónde fabricaron el bolso, ¿en la India o en Vietnam? los niños debían estar encantados cosiéndolo…) ),defiende. Rodríguez lleva a sus dos hijos al Liceo francés porque considera que las lenguas son importantes, a ver si los galos también les inculcan sentido común. Desde luego, lo políticamente correcto vuelve imbécil a la gente.
Bueno, bueno… tienes toda la razón Patry, sobre que lo barato, en fin, no suele tener un origen muy limpio, en la mayoría de los casos. Quizás a esta mujer no le gusta la ropa y punto. Y a lo mejor prefiere gastárselo en otras cosas. Pero yo tengo la teoría de que el lujo nos gusta a todos, comunistas, sindicalistas, de derechas y de izquierdas. Sólo hay que probarlo una vez.
En cuanto al escote, ¡impresentable! Aunque ella no fuera política me parece una falta de buen gusto extrema.