Me resisto a creer que no se pueda ir de bueno por la vida, pero a veces, como hoy, hay idiotas que te demuestran lo contrario. Se ríen de ti, te hacen sentir mal y, lo peor de todo, es que sacan lo peor de uno. Ahora, más que nunca, recuerdo a una de las personas más importantes de mi vida: mi padre. «No pegues nunca a nadie; pero si te pegan, pega», me aconsejó una vez. Pues ahí estoy, levantando el puño para golpear fuerte la mesa y que caigan de ella todos los ladrones y sinvergüenzas que hay en este país (o por lo menos, a mi alrededor). Deseo que el trámite pase rápido y os pueda explicar en breve la historia con más detalle. Gracias por aguantar mi cabreo.

Ánimo! Si hace falta, te hago un pastel de colores… 😉