Ha sido la propia Casa Blanca la que ha facilitado las fotografías. Y a sabiendas del máximo control que los estadounidenses toman con cada una de las imágenes del presidente, ninguna de las instantáneas ha sido elegida al azar. Obviamente, el encuentro fue breve (3 minutos con cada uno) pero al fotógrafo le dio para 10 disparos como mínimo. El hecho de que, al analizar el trato no verbal recibido por Obama, Pablo Iglesias sea el que mejor parado salga no es de ningún modo fortuito.
Siempre que está impresionado ante algún líder internacional, el líder socialista adopta algún gesto de súplica (por favor, ayúdame; por favor, hazme caso). Esta vez, además, su dedo pulgar (el de la fuerza y la sumisión = te aplastaré) señala hacia al presidente estadounidense (considera que Obama es superior a él). La cara, más que admiración, denota nerviosismo (está como engarrotada, la expresión facial no es natural); y la posición de los pies confirman su pavor: mientras los pies de Obama se dirigen hacia su interlocutor (estoy hablando contigo y prestándote toda mi atención), el derecho de Sánchez mira hacia la salida (auxilio). El presidente estadounidense se muestra serio (por la leve inclinación de su boca hacia abajo, incluso a disgusto) y distante (brazos cruzados=barrera).
Aún más atemorizado que Sánchez ante la presencia de Obama, observamos a Albert Rivera: la cara del líder de C’s es de terror. Aquí también son los pies los que confirman la inseguridad del líder de la formación naranja. No sólo uno, los dos pies señalan hacia la salida (quiero huir). El sempiterno gesto de protección de Rivera -aunque algunos de sus asesores me intentan lo vender como un gesto «neutro»- intensifica el significado de su lenguaje no verbal en esta fotografía (estoy acongojado). Por su parte, el presidente EEUU, igual que con Sánchez, adopta una postura negativa y cerrada (brazos cruzados) pero sus gestos faciales varían. Boca y mirada medio abiertas, una combinación gestual que refleja incredulidad y que suele darse cuando la persona considera o percibe que el otro interlocutor lo está vacilando (ya sea con su actitud o sus palabras).
Sin duda, es con el único que Barack Obama se relaja (se abre). Mientras con los brazos le ofrece una explicación acurada, una de sus manos invade el espacio personal del representante de Podemos (confianza). Ante el gesto, ni Pablo Iglesias se resiste al hechizo del presidente estadounidense. La mirada y la presión de sus labios es la típica que se adopta cuando se pretende reprimir un deseo o un impulso positivo (=ahora mismo te comía toa la boca). Con su estética zarrapastrosa -él líder de la formación morada considera que así representa al pueblo, al pueblo zarrapastroso que no quiere mejorar) y su mano en la cadera habitual -si puede adopta la de sheriff (con las dos, muy yanqui e imperialista), pero siempre significa «marcar territorio»-; en este caso, más que buscar la salida, los pies buscan la cámara. La tensión la revela su índice (moralidad, principios…) al ocultarse.