Ayer Hillary Clinton hizo oficial su candidatura a la presidencia de los EEUU a través de un mensaje y un vídeo colgado en las redes sociales. Tanto en la fotografía principal de su página web como en otras que ha ido publicando en su cuenta de twitter desde el anuncio, ya podemos observar cierta dulcificación de su imagen, alejándose así de la rigidez que los trajes chaqueta le concedieron en su día para intento optar a la presidencia (con el objeto de romper con la feminidad que la caracterizaba como first lady) y que también la definieron en su etapa como secretaria de estado de EEUU.
Para tratar este nuevo look en la aspirante demócrata, con piezas no tan estructuradas, esperaremos a ver un poco más de su evolución estilística; pero sí que os quería comentar el tema de las gafas de sol. Porque aunque soy bastante rehacía al hecho de que un político utilice lentes oscuras -hay que poder mirar directamente a los ojos de un líder-, cierto es que Hillary Clinton consigue ocultar su mirada sin despertar demasiados recelos. De hecho, hasta ayer, en su foto de perfil de twitter aparecía con ellas. Os cuelgo algunas instantáneas en las que también las lleva (por cierto, multitud de modelos).
- Esta era su foto de perfil de twitter hasta ayer. Cuando el escándalo de los correos electrónicos enviados desde su propia cuenta de correo, fue muy utilizada para ilustrar las informaciones. Aunque aparecer con las gafas de sol no le beneficiaba en nada (parecía una espía), no cambió la fotografía y demostró que no tenía nada que ocultar.
- Esta foto la publicó pocas horas después del anuncio de su candidatura. Fijaros también en la ropa mucho más informal.
- A Clinton le encanta el rosa, las perlas y las gafas de sol. Se nota que fue first lady.
- Aquí se me parece a Meryl Sreep. El hecho de sonreír desmonta la imagen dura y superficial que conceden las gafas de sol.
- Y es que ese es el secreto: siempre combina la lente oscura con una cara amable.
- El equilibrio entre lo femenino y lo masculino.
- jajajajaja… Aquí fue para hacer una broma. Hasta para eso hay que tener gracia, claro.