Aunque nunca me ha gustado la sudadera -una pieza de ropa creada para sudar y que la gente se ha empeñado en pasear fuera de las paredes de un gimnasio con total impunidad-, me parece algo excesivo que se demonice a todo aquel que la lleve porque los vándalos ingleses se hayan servido de ella para ocultar su rostro. Por la misma regla de tres que El Mundo opina que el «diablo» viste sudadera con capucha, también podríamos pensar que «Satanás» viste de traje sastre y no sabe hacerse bien el nudo de la corbata.